Reutter, el primer maestro de la catedral, quiso frustrar su nominación a este puesto, pero sin embargo Schmid fue nombrado ya que la ciudad se sentía en deuda con su familia (en 1724 su suegro había donado un nuevo órgano para la catedral). Como compositor de música de iglesia Schmid no sólo era diligente, sino también más exitoso. Innumerables obras sacras menores se encuentran en los archivos de los monasterios de Austria y se sabe que se han interpretado con frecuencia bien entrada la segunda mitad del siglo XVIII. Su música religiosa varía mucho en estilo.

Sus misas a gran escala, a veces divididas en un máximo de 15 o más movimientos, hacen uso de recursos de la orquesta y con frecuencia hacen abrumadoras demandas a los solistas vocales. Al igual que muchos otros compositores austriacos de música de iglesia del momento, mostró interés en unificar los movimientos de Credo mediante la repetición de un motivo o párrafo de la música primero asociado con la palabra 'credo' en etapas posteriores en el movimiento. El hecho de que desarrolló muchas de sus melodías en la forma de música popular puede haber sido una de las razones por las cuales las obras de Schmid disfrutaron tanto tiempo de popularidad en la mayor parte de Austria. A pesar de su laboriosidad como compositor, profesor y Kapellmeister, murió en la pobreza.